domingo, 24 de agosto de 2014

20 razones para ir a misa








Retransmisión diaria de la Santa Misa por Internet.
Ofrecida especialmente para enfermos, impedidos y personas de edad avanzada que no pueden acudir a la iglesia.
‪#‎Misa‬
"¡VAMOS A MISA!
Se abren las puertas del Cielo...y ¿no irás?
Mira este hermoso video, a ver si te contagio la alegría de ir a Misa y tú a la vez se la contagias a tus amigos y familiares."

Nazareno de San Pablo, Basílica de Santa Teresa
ORACIÓN AL NAZARENO DE SAN PABLO
¡Oh Dios y Señor nuestro!
Vuestro apóstol Juan enseña que todo lo que hay en este mundo pecador se
reduce a concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida. 
En Vos, coronado de espinas y oprimido por la pesadumbre de la cruz, advertimos la antítesis de esa concupiscencia y habéis querido presentaros así para enseñarnos con el ejemplo a vencer esas ansias de placeres, esa sed de riquezas y esa hambre de honores, porque sólo con esa victoria lograremos que éste en nosotros- según lo indica el mismo apóstol - la caridad del padre celestial. Dadnos pues, la fuerza para subyugar todos esos apetitos desordenados de nuestra naturaleza pecadora. Infundidos la convicción de que - como lo asegura San Pablo - habéis amado a cada uno de nosotros y por cada uno de nosotros habéis entregado vuestra vida a la muerte en el tormento de la cruz. Esa convicción hará que correspondamos a vuestro amor con nuestro amor y ese amor  a vuestra divina persona sera norma de nuestra conducta en este mundo y prenda de nuestra salvación eterna. Amén 
+ J. HUMBERTO CARD. QUINTERO

ORACIÓN AL NAZARENO DE SAN PABLO ¡Oh Dios y Señor nuestro! Vuestro apóstol Juan enseña que todo lo que hay en este mundo pecador se reduce a concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida.  En Vos, coronado de espinas y oprimido por la pesadumbre de la cruz, advertimos la antítesis de esa concupiscencia y habéis querido presentaros así para enseñarnos con el ejemplo a vencer esas ansias de placeres, esa sed de riquezas y esa hambre de honores, porque sólo con esa victoria lograremos que éste en nosotros- según lo indica el mismo apóstol - la caridad del padre celestial. Dadnos pues, la fuerza para subyugar todos esos apetitos desordenados de nuestra naturaleza pecadora. Infundidos la convicción de que - como lo asegura San Pablo - habéis amado a cada uno de nosotros y por cada uno de nosotros habéis entregado vuestra vida a la muerte en el tormento de la cruz. Esa convicción hará que correspondamos a vuestro amor con nuestro amor y ese amor  a vuestra divina persona sera norma de nuestra conducta en este mundo y prenda de nuestra salvación eterna. Amén

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«nunca salga para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la Santa Misa y encomendarse a Dios