domingo, 31 de mayo de 2015

Solemnidad de la Santísima Trinidad

Deuteronomio 4,32-34.39-40. 
Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante. 
¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir?. 
¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?. 
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios - allá arriba, en el cielo y aquí abajo, en la tierra - y no hay otro. 
- Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre. 



Salmo 33(32),4-5.6.9.18-19.20.22. 
Porque la palabra del Señor es recta 
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho, 
y la tierra está llena de su amor.

La palabra del Señor hizo el cielo, 
y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
porque él lo dijo, y el mundo existió, 
él dio una orden, y todo subsiste.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, 
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte 
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Nuestra alma espera en el Señor; 
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, 
conforme a la esperanza que tenemos en ti.




Carta de San Pablo a los Romanos 8,14-17. 
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. 
Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre! 
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. 
Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. 



Evangelio según San Mateo 28,16-20. 
En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. 
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron. 
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. 
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo". 





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«nunca salga para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la Santa Misa y encomendarse a Dios