Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.
Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.
Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Leer el comentario del Evangelio por : Odas de Salomón
“El que beba del agua que quiero darle se convertirá en su interior en un manantial del que surge la vida eterna.” (Jn 4,14)
Odas de Salomón (texto cristiano hebraico de principio del siglo II)
(Hamman, coll. Ichtus 1957 I, pag. 26)
“El que beba del agua que quiero darle se convertirá en su interior en un manantial del que surge la vida eterna.” (Jn 4,14)
El Señor se da a conocer más y más. Se empeña en que se conozcan mejor los dones de la gracia recibida. Nos concede poder glorificar su nombre; nuestros espíritus cantan al Espíritu Santo. Porque ha brotado una fuente; se ha convertido en un torrente poderoso (Ez 47,1ss) Ha inundado el universo y lo arrastra hacia el templo. Los obstáculos de los hombres no han podido restañarlo, ni siquiera los que saben poner dique a las aguas. Porque se ha abocado sobre toda la tierra y la llena enteramente.
Todos los sedientos de la tierra han bebido del torrente; su sed ha sido saciada porque el Altísimo ha apagado su sed. Dichosos los servidores a quienes ha confiado esta agua; han podido calmar sus labios sedientos y levantar su voluntad paralizada. Las almas moribundas han sido liberadas de la muerte; los miembros agotados han sido reanimados y levantados. Esta agua ha dado vigor a sus pasos y luz a sus ojos. Todos han reconocida las aguas en el Señor; viven para siempre, gracias al agua viva. ¡Aleluya!
Todos los sedientos de la tierra han bebido del torrente; su sed ha sido saciada porque el Altísimo ha apagado su sed. Dichosos los servidores a quienes ha confiado esta agua; han podido calmar sus labios sedientos y levantar su voluntad paralizada. Las almas moribundas han sido liberadas de la muerte; los miembros agotados han sido reanimados y levantados. Esta agua ha dado vigor a sus pasos y luz a sus ojos. Todos han reconocida las aguas en el Señor; viven para siempre, gracias al agua viva. ¡Aleluya!
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