Epístola de Santiago 4,13-17.
Salmo 49(48),2-3.6-7.8-10.11.
Evangelio según San Marcos 9,38-40.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Audiencia general del 12/06/2013 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
¿Acaso es de los nuestros?
Y ustedes, los que ahora dicen: "Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos quedaremos allí todo el año, haremos negocio y ganaremos dinero",
¿saben acaso qué les pasará mañana? Porque su vida es como el humo, que aparece un momento y luego se disipa.
Digan más bien: "Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello".
Ustedes, en cambio, se glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala.
El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.
¿saben acaso qué les pasará mañana? Porque su vida es como el humo, que aparece un momento y luego se disipa.
Digan más bien: "Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello".
Ustedes, en cambio, se glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala.
El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.
Salmo 49(48),2-3.6-7.8-10.11.
Oigan esto, pueblos todos,
habitantes del mundo entero, escuchen:
gente del pueblo y gente de apellido,
ricos y pobres, todos en conjunto.
¿Por qué temer en días de desgracia,
cuando me cercan el mal y la traición
de los que en su fortuna se confían
y hacen prevalecer su gran riqueza?
Mas comprada su vida nadie tiene,
ni a Dios puede, con plata, sobornarlo,
pues es muy caro el precio de la vida.
¿Vivir piensa por siempre,
o cree que no irá a la fosa un día?
Pues bien, verá que los sabios se mueren,
que igual perecen el necio y el estúpido,
y dejan para otros su riqueza.
habitantes del mundo entero, escuchen:
gente del pueblo y gente de apellido,
ricos y pobres, todos en conjunto.
¿Por qué temer en días de desgracia,
cuando me cercan el mal y la traición
de los que en su fortuna se confían
y hacen prevalecer su gran riqueza?
Mas comprada su vida nadie tiene,
ni a Dios puede, con plata, sobornarlo,
pues es muy caro el precio de la vida.
¿Vivir piensa por siempre,
o cree que no irá a la fosa un día?
Pues bien, verá que los sabios se mueren,
que igual perecen el necio y el estúpido,
y dejan para otros su riqueza.
Evangelio según San Marcos 9,38-40.
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".
Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Papa Francisco
Audiencia general del 12/06/2013 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
Hoy desearía detenerme brevemente en otro de los términos con los que el Concilio Vaticano II definió a la Iglesia: “Pueblo de Dios” (cf. const. dogm. Lumen gentium, 9; Catecismo de la Iglesia católica, 782).
¿Qué quiere decir ser “Pueblo de Dios”? Ante todo quiere decir que Dios no pertenece en modo propio a pueblo alguno; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a formar parte de su pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios “quiere que todos se salven” (1 Tm 2, 4).
A los Apóstoles y a nosotros Jesús no nos dice que formemos un grupo exclusivo, un grupo de élite. Jesús dice: id y haced discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia, “no hay judío y griego... porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 28). Desearía decir también a quien se siente lejano de Dios y de la Iglesia, a quien es temeroso o indiferente, a quien piensa que ya no puede cambiar: el Señor te llama también a ti a formar parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor. Él nos invita a formar parte de este pueblo, pueblo de Dios.
¿Cómo se llega a ser miembros de este pueblo? No es a través del nacimiento físico, sino de un nuevo nacimiento. En el Evangelio, Jesús dice a Nicodemo que es necesario nacer de lo alto, del agua y del Espíritu para entrar en el reino de Dios (cf. Jn 3, 3-5). Somos introducidos en este pueblo a través del Bautismo, a través de la fe en Cristo, don de Dios que se debe alimentar y hacer crecer en toda nuestra vida. Preguntémonos: ¿cómo hago crecer la fe que recibí en mi Bautismo? ¿Cómo hago crecer esta fe que yo recibí y que el pueblo de Dios posee?
¿Qué quiere decir ser “Pueblo de Dios”? Ante todo quiere decir que Dios no pertenece en modo propio a pueblo alguno; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a formar parte de su pueblo, y esta invitación está dirigida a todos, sin distinción, porque la misericordia de Dios “quiere que todos se salven” (1 Tm 2, 4).
A los Apóstoles y a nosotros Jesús no nos dice que formemos un grupo exclusivo, un grupo de élite. Jesús dice: id y haced discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). San Pablo afirma que en el pueblo de Dios, en la Iglesia, “no hay judío y griego... porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 28). Desearía decir también a quien se siente lejano de Dios y de la Iglesia, a quien es temeroso o indiferente, a quien piensa que ya no puede cambiar: el Señor te llama también a ti a formar parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor. Él nos invita a formar parte de este pueblo, pueblo de Dios.
¿Cómo se llega a ser miembros de este pueblo? No es a través del nacimiento físico, sino de un nuevo nacimiento. En el Evangelio, Jesús dice a Nicodemo que es necesario nacer de lo alto, del agua y del Espíritu para entrar en el reino de Dios (cf. Jn 3, 3-5). Somos introducidos en este pueblo a través del Bautismo, a través de la fe en Cristo, don de Dios que se debe alimentar y hacer crecer en toda nuestra vida. Preguntémonos: ¿cómo hago crecer la fe que recibí en mi Bautismo? ¿Cómo hago crecer esta fe que yo recibí y que el pueblo de Dios posee?