Francisco presenta las tres claves para lograr la reconciliación entre los dos países hermanos, mientras el régimen comunista ofrece una patética demostración de fuerza
Papa Francisco a las dos Coreas: busquen la paz, el mundo está cansado de la guerra

Amar a Dios y a los hermanos, con corazón puro y el futuro que Cristo nos ofrece también hoy. Con la ferviente participación de unos 50.000 fieles que lo ovacionaron con gran cariño a su llegada, el Papa Francisco, en unión con toda la Iglesia extendida por el mundo, que «ve en María la Madre de nuestra esperanza», celebró la Santa Misa de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, en Daejeon, a 137 kilómetros de Seúl.
Contemplando a Nuestra Señora, que nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo, el Obispo de Roma destacó que, «como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno - donde reinar es servir - y tomando conciencia del futuro que, también hoy, el Señor Resucitado nos ofrece».
Alentando a invocar a María Madre como Madre de la Iglesia en Corea y de la esperanza, que nos ofrece el Evangelio - antídoto contra la desesperación que parece extenderse como un cáncer, en una sociedad exteriormente rica, que a menudo experimenta amargura y vacío interior - el Santo Padre reiteró que la verdadera libertad se encuentra en la acogida amorosa de la voluntad del Padre.
Con el anhelo de que sean «fieles a la libertad real, recibida en el bautismo, para transformar el mundo según el plan de Dios», alentó a pedir a la Madre de Dios que los cristianos de Corea «sean fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales, la competición desenfrenada, que genera egoísmo y hostilidad. Que rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, del Dios de la vida y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño. Que los jóvenes no se dejen nunca robar la esperanza».
Homilía
Asunción de la Virgen María
Daejeon, Estadio de la Copa del Mundo
15 de agosto de 2014
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En unión con toda la Iglesia celebramos la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a la gloria del cielo. La Asunción de María nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno. Ésta es nuestra vocación.
La “gran señal” que nos presenta la primera lectura –una mujer vestida de sol coronada de estrellas (cf. Ap 12,1)– nos invita a contemplar a María, entronizada en la gloria junto a su divino Hijo. Nos invita a tomar conciencia del futuro que también hoy el Señor resucitado nos ofrece. Los coreanos tradicionalmente celebran esta fiesta a la luz de su experiencia histórica, reconociendo la amorosa intercesión de María en la historia de la nación y en la vida del pueblo.
En la segunda lectura hemos escuchado a san Pablo diciéndonos que Cristo es el nuevo Adán, cuya obediencia a la voluntad del Padre ha destruido el reino del pecado y de la esclavitud y ha inaugurado el reino de la vida y de la libertad (cf. 1 Co 15,24-25). La verdadera libertad se encuentra en la acogida amorosa de la voluntad del Padre. De María, llena de gracia, aprendemos que la libertad cristiana es algo más que la simple liberación del pecado. Es la libertad que nos permite ver las realidades terrenas con una nueva luz espiritual, la libertad para amar a Dios y a los hermanos con un corazón puro y vivir en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Cristo.
Fuente: http://www.aleteia.org/es/religion/contenido-agregado/papa-francisco-el-evangelio-es-el-antidoto-contra-el-espiritu-de-desesperacion-5855358962630656
Amar a Dios y a los hermanos, con corazón puro y el futuro que Cristo nos ofrece también hoy. Con la ferviente participación de unos 50.000 fieles que lo ovacionaron con gran cariño a su llegada, el Papa Francisco, en unión con toda la Iglesia extendida por el mundo, que «ve en María la Madre de nuestra esperanza», celebró la Santa Misa de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, en Daejeon, a 137 kilómetros de Seúl.
Contemplando a Nuestra Señora, que nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo, el Obispo de Roma destacó que, «como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno - donde reinar es servir - y tomando conciencia del futuro que, también hoy, el Señor Resucitado nos ofrece».
Alentando a invocar a María Madre como Madre de la Iglesia en Corea y de la esperanza, que nos ofrece el Evangelio - antídoto contra la desesperación que parece extenderse como un cáncer, en una sociedad exteriormente rica, que a menudo experimenta amargura y vacío interior - el Santo Padre reiteró que la verdadera libertad se encuentra en la acogida amorosa de la voluntad del Padre.
Con el anhelo de que sean «fieles a la libertad real, recibida en el bautismo, para transformar el mundo según el plan de Dios», alentó a pedir a la Madre de Dios que los cristianos de Corea «sean fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales, la competición desenfrenada, que genera egoísmo y hostilidad. Que rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, del Dios de la vida y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño. Que los jóvenes no se dejen nunca robar la esperanza».
Homilía
Asunción de la Virgen María
Daejeon, Estadio de la Copa del Mundo
15 de agosto de 2014
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En unión con toda la Iglesia celebramos la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a la gloria del cielo. La Asunción de María nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno. Ésta es nuestra vocación.
La “gran señal” que nos presenta la primera lectura –una mujer vestida de sol coronada de estrellas (cf. Ap 12,1)– nos invita a contemplar a María, entronizada en la gloria junto a su divino Hijo. Nos invita a tomar conciencia del futuro que también hoy el Señor resucitado nos ofrece. Los coreanos tradicionalmente celebran esta fiesta a la luz de su experiencia histórica, reconociendo la amorosa intercesión de María en la historia de la nación y en la vida del pueblo.
En la segunda lectura hemos escuchado a san Pablo diciéndonos que Cristo es el nuevo Adán, cuya obediencia a la voluntad del Padre ha destruido el reino del pecado y de la esclavitud y ha inaugurado el reino de la vida y de la libertad (cf. 1 Co 15,24-25). La verdadera libertad se encuentra en la acogida amorosa de la voluntad del Padre. De María, llena de gracia, aprendemos que la libertad cristiana es algo más que la simple liberación del pecado. Es la libertad que nos permite ver las realidades terrenas con una nueva luz espiritual, la libertad para amar a Dios y a los hermanos con un corazón puro y vivir en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Cristo.
Fuente: http://www.aleteia.org/es/religion/contenido-agregado/papa-francisco-el-evangelio-es-el-antidoto-contra-el-espiritu-de-desesperacion-5855358962630656
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Asesoría Inmobiliaria espera su comentarios